Pedro Almodóvar dedica su Premio Donostia a Carmen Maura y Penélope Cruz

Ficha técnica


Fecha 27/09/2024
Parte 1
Duración 00:08:10
Sonido Ambiente
Edición Editado
Localización San Sebastián
Firma Europa Press

Pedro Almodóvar dedica su Premio Donostia en el Festival de San Sebastián, entre a otras personas, a Carmen Maura y Penélope Cruz. El cineasta durante su discurso destaca: "es también, por supuesto, de Penélope, de Carmen, que fue realmente quien me descubrió. Gracias, Carmen... Maura". Además pide perdón a quien haya podido ofender: "si a alguien ofendí, le pido perdón, pero no he podido ser de otro modo del que soy. Reconozco que tampoco lo he intentado" y agradece la presencia al presidente del gobierno, Pedro Sánchez, que está en el público junto a su mujer, Begoña Gómez. "Por apoyar la cultura". El director manchego recibe el premio de manos de la actriz tilda swinton, quien le escucha atentamente. Almodóvar también le dedica unas palabras: "maravillosa, tenía que nombrarla, que me ha llevado de la mano en mi primera película en inglés". Tilda da las gracias al público en euskera: "esquerrik asko". Imágenes de Almodóvar sobre el escenario: Primeras palabras del director: "Muchas gracias presidente Pedro Sánchez por estar aquí apoyando a la cultura y gracias a todas las autoridades que nos acompañan esta tarde. Es difícil estar, mantenerse intacto en un momento tan emocionante como este. Pero lo voy a intentar desesperadamente. Muchísimas gracias. Desde que he llegado ayer a San Sebastián, realmente son tantas emociones que casi es imposible realmente disfrutarlas sin romperte. Muchísimas gracias y ojalá les emocione tanto como a los que la hemos hecho. Hoy no puede estar todo el reparto, pero me gustaría que me acompañaran además de Tilda algunos de los actores que participan en la película. Juan Diego Boto.. Victoria Luengo, Raúl Arevalo. Melinda Matthews". Pedro llama a Tilda y le pide que de las gracias y ella se dirije al público y dice: "Esquerik asko", en euskera (el público le ovaciona a ella y a Pedro Almodóvar ) Segundas palabras del director, dando su discurso: "Desde que he llegado ayer a San Sebastián, realmente son tantas emociones que casi es imposible realmente disuadir. Muchas gracias, presidente Pedro Sánchez, por estar aquí apoyando la cultura y gracias a todas las autoridades que nos acompañan esta tarde. Es difícil mantenerse intacto en un momento tan emocionante como este, pero lo voy a intentar desesperadamente. Son tantas emociones que casi es imposible realmente disfrutarlas sin romperte. Muchísimas gracias. Desde las últimas 24 horas me habéis demostrado un amor que yo nunca he llegado ni a concebir en el mejor de mis sueños. Gracias de corazón Muchísimas gracias. Desde las últimas 24 horas me habéis demostrado un amor que yo nunca he llegado ni a concebir en el mejor de mis sueños. Gracias, te conozco. Desde muy pequeño descubrí que el cine, las películas, mostraban una realidad que a mí me parecía más real que la que yo vivía en el pueblo. Y que, desde luego, yo preferiría vivir en esa realidad, tener acceso a ella. No sabía cómo, era un niño. Pasaron algunos años, yo no tenía paciencia, pero supe esperar. Me vine a Madrid en 1970, solo, sin un duro, no conocía a nadie, pero con un propósito más fuerte que mi propia voluntad. Estuve 12 años trabajando en la Telefónica. Hasta que, en 1981, pedí mi último permiso sin sueldo para rodar Laberinto de Pasiones, y ya no volví. Con esto no quiero enfatizar la épica de una larga espera. Habría esperado los años que hicieran falta. Lo que quiero, lo que me propongo, es hablar de la historia de una pasión. Mi pasión por el cine. Una pasión que ha dado una dirección a mi vida y que probablemente me ha salvado de muchos peligros. El cine me lo ha dado todo, mucho más de lo que yo podía imaginar. A mi edad, un premio, como el Donostia, puede indicar el final de un camino y una recompensa por haberlo recorrido. Pero yo no lo vivo así. Para mí, el cine es una bendición o una maldición. No intuyo otra tipo de vida que es el de escribir y dirigir sin pausa. He pensado, cómo no, en el día que me fallen las ideas, el físico o mi propia mente. Cuando todo me falle, en caso de que llegue ese día, que espero que no, seguiré haciendo películas. Malas películas, supongo. Pero incluso a eso estoy dispuesto, porque la alternativa es el vacío. Recibo este premio Donostia, maravillosamente acompañado por mis amigos Keith Blanchet y Javier Bardem, por algo que ya es un premio en sí mismo, rodar. Mi vocación ha sido y sigue siendo más fuerte que yo y todo lo que me rodea. Esta es una vampirización gozosa y consentida a la que me he entregado desde siempre, antes incluso de hacer Pepi, Luci, Bom, que justamente, como ya habéis visto, se estrenó en este festival. La vida y el cine me han dado mucho más de lo que yo podía soñar. En primer lugar, he tenido el privilegio de contar historias, las historias que quería contar, de imponer mi mentalidad desde los márgenes sin esperar a que nadie me diera permiso para hacerlo. No creo haber cambiado la sociedad en que vivimos, ni la ciudad en la que nadie es forastero me refiero a Madrid, pero cuando me encuentro con alguien que me dice que determinada película mía dio un nuevo rumbo a su vida o le empujó a vivirla de verdad, cuando alguien me dice que ha empezado a estudiar español por mis películas o que han venido a Madrid también por ellas, creo que este oficio es el mejor del mundo y que merecía la pena que yo me entregara a él sin limitaciones. Más que nunca, el cine es mi vida y mi vida no tiene sentido sin el cine. He tenido la oportunidad de trabajar con algunos de los mejores actores y técnicos de este país y con ellos debo compartir este premio. Este Donostia es del Deseo de mi hermano, de Esther, de Lola, Bárbara, Alberto Iglesias, Alcaine, Pepe Salcedo, Teresa Font, Fernando, Osama, de todos los que componen el Deseo. Es también, por supuesto, de Penélope, de Carmen, que fue realmente quien me descubrió. Gracias, Carmen... Maura, de Cecilia, de Chus, de mi querida Verónica, de Julieta, de la otra Carmen, la Machi, de Milena, de Rosy, de Melina, de Victoria, Antonio, Javier, Raúl, Juan Diego... En fin, he tenido la suerte de trabajar con actores y actrices de enorme talento y les estoy inmensamente agradecido. Y bueno, para terminar con la lista de todos los actores y actrices con los que he trabajado, terminando por esta maravillosa Tilda Swinton, tenía que nombrarla, que me ha llevado de la mano en mi primera película en inglés. Si a alguien ofendí, le pido perdón, pero no he podido ser de otro modo del que soy. Reconozco que tampoco lo he intentado. Como guionista y director, he tratado que todos mis personajes, aunque vivan historias disparatadas, exageradas, dolorosas y a veces divertidas, a veces muy divertidas, he tratado de dotarlos a todos ellos, sin importar su trabajo ni posición social, de una absoluta autonomía moral. Si algo distingue mis películas es por la libertad que gozan mis personajes, que es el reflejo de mi propia libertad. La vida, tanto en la ficción como en la realidad, es compleja y entraña multitud de peligros, pero sin libertad la vida no merece la pena ser vivida. No sé cómo terminar este discurso que yo ya creo que ha sido largo. Supongo que puede sonar descarado, pero abusando de este premio y de este micrófono, se me ocurre daros un consejo. Hagamos lo posible porque las grandes tragedias, el dolor cotidiano, la incomprensión, la mentira, la falta de empatía, la injusticia social, el odio, todo lo negativo imaginable, hagamos que pertenezca a la ficción y que la vida real transcurra de un modo justo, en paz y muy entretenida por las ficciones que solo existirán en nuestras pantallas. Sé que estoy pidiendo demasiado, pero siempre he sido así, desde que llegué a Madrid en 1970, pretendiendo dedicarme a dirigir películas. Muchas gracias por este premio y gracias por escucharme".

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