Carlos Franganillo agradecido tras recibir el premio "Francisco Cereceda"

Ficha técnica


Fecha 18/11/2024
Parte 1
Duración 00:08:13
Sonido Totales
Edición Editado
Localización Madrid
Firma Europa Press

Carlos Franganillo hace un análisis de los medios de comunicación y los cambios que han sufrido en los últimos años durante su discurso al recoger el premio Francisco Cerecedo. "Gracias de corazón a todos los que estáis hoy aquí, para mí es un día que no voy a olvidar, eso seguro. Quiero empezar recordando a las miles y miles de familias que sufren hoy los efectos de la Dana en Valencia y en otros puntos de España, a quienes han fallecido en la tragedia, a quienes han perdido a seres queridos, a quienes han visto destruidos sus hogares y sus bienes. Creo que todos tenemos la percepción estos días de que esa tragedia va a significar muchas cosas en nuestra historia común, algunas de ellas seguramente muy profundas, lo vamos a ver con el tiempo. Entre otras muchas cosas ha sido una demostración clara también de la necesidad de información en un tiempo de zozobra. La gente necesita saber, necesitamos saber por qué no llega la ayuda, cuándo se restablecerá el suministro eléctrico, el agua potable, cómo estará el resto de mi familia. Necesitamos certezas y muchas veces es difícil tenerlas de manera inmediata, lleva tiempo y lleva trabajo. Un tiempo que la mentira no necesita, hemos visto muchos ejemplos también estos días. Quiero agradecer este premio que lleva el nombre de Francisco Cerecedo, para mí es un honor inmenso porque sé perfectamente lo que significa y lo que conlleva. Gracias al jurado por pensar que estoy a la altura, yo no lo tengo tan claro, cuando me llamó Rodrigo Cortés en verano yo pensé que me quería meter en una caja de pino a varios metros bajo tierra o que necesitaba ayuda para saltar la prisión o algo de esto, pero luego me contó que era por un motivo mucho más agradable y me dio una noticia muy grata. Gracias a la Asociación de Periodistas Europeos, a la que estoy vinculado y tengo un enorme cariño, gracias a sus majestades por estar aquí, sé que son días también complicados, a BBVA por respaldar este galardón y gracias especialmente a quienes me han dado muchos privilegios y muchas ventajas, sin esos privilegios está claro que no estaría aquí, me refiero a mi familia, a mis padres, a mi mujer, a mis hijos, a mis hermanos, a los compañeros y jefes en Radiotelevisión Española y en Mediaset. Me han dado tantas oportunidades y me han permitido aprender mucho. Este es un trabajo de equipo y yo no sería nada sin esa labor colectiva, como seguramente muchos de nosotros, soy consciente de que soy un tipo con mucha, mucha suerte. Por desgracia ya no soy un joven becario, tampoco me considero demasiado mayor, sin embargo en el tiempo en el que llevo ejerciendo el periodismo, son aproximadamente unos 20 años, he sido testigo como todos los que estamos aquí de una enorme transformación Radiotelevisión Española, está por ahí Pepa Bueno, empecé aquellos primeros días con ella, era el año 2008, no está tan lejos, todavía se montaban las piezas en la cabina con cintas, las redes sociales estaban en su prehistoria, los informativos de las tres principales cadenas en ese momento reunían a unos 9 millones de espectadores, es casi el doble de lo que ocurre ahora y el iPhone acababa de salir al mercado solo un año antes, es un mundo que en gran medida ya no existe y que nunca volverá por mucho que lo deseemos y hasta lo idealicemos. Como periodistas muchas de las cosas que dábamos por hechas se han ido desvaneciendo, una parte importante de nuestra influencia por ejemplo, es un tiempo también de paradojas, hay cambios a mejor, nunca antes hemos tenido acceso a tanta información rigurosa y plural, uno puede suscribirse al mejor periódico de Japón estando en un pueblo de Zamora si lo desea y si sabe japonés también por supuesto y nunca antes la prensa ha estado sometida a semejante nivel de escrutinio por parte de los ciudadanos, y creo que eso es algo muy bueno. También hay cambios a peor, se multiplica el acoso de la propaganda, los mensajes tóxicos que buscan pudrir la convivencia, sembrar el caos en el momento adecuado, ese es también el caldo de cultivo para que los gobiernos quieran aumentar el control sobre la prensa, escudándose en que quienes le señalan a ellos son siempre mentirosos aunque se haga con hechos. La tentación autoritaria emerge precisamente en esos momentos de gran confusión o quizá hay más gente interesada en que esas líneas estén cada vez menos claras, en que sea más difícil diferenciar a un activista de un periodista. Hay políticos metidos a influencer, hay periodistas convertidos en hooligans, embravecidos por el aplauso en las redes. Si algo define a este tiempo es que todo se ha agitado, todo se ha mezclado, parece que las viejas reglas ya no sirven, ya no funcionan. Ya no solo competimos en el caso de la televisión con otras cadenas, sino que lo hacemos con las plataformas, con las alertas del teléfono, con el scroll de Instagram, con los mensajes de WhatsApp. Nuestro esfuerzo principal se centra ahora en captar la atención de los demás. Es el bien más preciado, es el bien más efectivo en nuestros días. Eso puede llevarnos a veces al delirio, a primar lo ruidoso sobre lo que realmente es importante. Hace unas semanas Donald Trump ganó las elecciones en Estados Unidos y creo que es él el líder que mejor y antes ha lío el cambio de época, la influencia de la tecnología en la comunicación, la capacidad del algoritmo para predominar desde la lamentación del sumo de confianza creciente en las instituciones. No solo creo que lo ha leído antes y mejor, sino que también ha contribuido a acelerar la velocidad enormemente. El contagio ha sido muy rápido, crecen los impulsos populistas, hay más desinformación, hay más guiños autoritarios, incluso en los partidos centrales del sistema y en muchos gobiernos occidentales. España no es, creo, en absoluto una excepción. Ahora es más fácil eludir la fiscalización de los medios porque hay herramientas eficaces para hacerlo y de paso se criminaliza al periodismo. Es otro rasgo determinante de quienes apelan al sentimiento frente a los hechos. No crea en las instituciones, no se fíe de los medios, no crea en nada. El rey lo mencionaba en su visita reciente a Valencia el pasado 3 de noviembre. Hay gente interesada en intoxicar para que haya caos. Y es cierto que ocurren los momentos más delicados porque cuestionar los hechos contrastados, debilitar al periodismo nos hace a todos más vulnerables. Y favorece a quienes no admiten disidencias. Las intenciones más oscuras. Las opiniones deben ser libres, se deben confrontar además de manera apasionada, creo, pero los hechos no son un menú a la carta. No quiero caer en una visión demasiado pesimista. Nuestros antepasados han vivido tiempos mucho más inciertos, mucho más polarizados que este, con un acceso infinitamente menor a la información. Tenemos la suerte de vivir en el momento más próspero, en el rincón más afortunado del mundo más desarrollado. Y eso quizá puede llevarnos también a la pereza. A olvidar que la libertad y la democracia no son conquistas definitivas, que siempre están amenazadas, que son el fruto de grandes convulsiones en la historia. Los periodistas, con nuestros aciertos, con nuestros muchos errores, somos una pieza clave en su supervivencia. Y cuando nos equivocamos gravemente o cometemos un abuso, tenemos que pagar con el descrédito. Al menos así debería ser. Es la pena capital en la profesión. Quienes emboscan en la mentira no tienen esa responsabilidad y no corren ningún riesgo. Yo no sé cómo serán los informativos del futuro en cinco, en diez, en veinte años posiblemente se transformarán, cambiarán. Seguramente estaremos obligados a hacerlo. El entorno ha cambiado y ahora creo es mucho más complejo. No creo que aislarnos de ese nuevo entorno, por muy hostil que nos parezca, encerrarnos en burbujas seguras sea una opción, sino quizá más bien un síntoma de decadencia y de camino también a una menor relevancia. Espero de verdad que estemos a la altura, yo confío en que lo vamos a estar, porque mucha gente en momentos de zozobra, como los que hemos vivido tan recientemente, va a seguir buscando la credibilidad que se construye con los años. Muchas de nuestras esperanzas y muchas de nuestras metas van a depender en gran parte de esa información fiable y de calidad. Muchas gracias"

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