Ficha técnica
Christian Gálvez presenta su novela como un acto de valentía para superar el miedo a las críticas: "En los últimos años, tanto desde el punto de vista laboral como desde el punto de vista sentimental, han dicho de todo. De mí, de nosotros y tal. Entonces, creo que esta novela nace de perder el miedo a ser uno mismo, y a decir lo que le apetece decir, sin miedo al qué dirán, porque al final no es lo mismo hablar de leonardo, que ya he tenido premios y cicatrices a partes iguales, que hablar de Jesús de Nazaret, ¿no? Entonces digo, pero voy a perder el miedo, ¿por qué tengo que tener miedo de poder meterme por el que dirán? Bueno, pues que digan". Explica cómo pasó la recta final del embarazo de su mujer, patricia pardo, escribiendo: "Volví el 9 de mayo del año pasado, volví de Jerusalén, y el 10 de mayo empecé a hacer la escaleta de lo que sería el germen de la novela. Por lo tanto, hasta el 22 de diciembre tuve muchas horas y mucho tiempo. Y es verdad que ayudando a mi chica en el último momento del embarazo, pero que mi chica también es un terremoto, y curró casi casi hasta el final. O sea, que he tenido bastante, bastante tiempo. Y luego, cuando ya nacía el pequeño luca, cuando se dormía, me decían, tío, aprovecha a dormir cuando tu bebé duerma. Ya, vale, vale, yo aprovechaba para escribir. Yo le dormía, le ponía aquí y escribía. O sea, que también tengo el lujazo y el honor de poder haber escrito parte de la novela con el peque aquí, ¿sabes?". Este tema es en exclusiva. Total Christian Gálvez: - Vamos a por tu novela. Cinco años de silencio, que estabas cinco años sin publicar. Quiero decir, no de silencio, entiéndeme, que te he visto una cara. Me refiero a silencio literario, cinco años sin publicar. - No, no, es que estaba pensando porque justo... - Que en silencio no estás. - Sí, sí, no, no... Cuando has dicho cinco años de silencio, digo, claro, estaba pensando en la pandemia, por eso me quedo así con la cara, porque es que mi última novela la publiqué en marzo y a la semana siguiente se acabó el mundo, ¿sabes? Entonces, claro, cinco años de silencio, digo, sí, claro, estaba pensando en la pandemia, pero el silencio no se debía a nada en particular, se debía a que no tenía nada que contar. Sin más, y que estaba en un proceso de cambios personal, en todos los aspectos, y es verdad que no tenía nada que contar. O sea, solo era por eso. Pero que como la pandemia me pilló por medio, fue después de estar unos años trabajando en un libro, sacarlo, que todo se vaya y lo que menos me importara fuera ese libro, ¿sabes? Pues de repente, hasta que no tuve nada que contar, no volví. - Este libro además surge en un viaje, ¿verdad? Que hicisteis, Patricia y tú. - Bueno, surge... Son dos viajes, digamos, una quimera, en el primer viaje, que nace en el año 95, yo tenía 15 años, cuando empecé a leer Caballo Troya, de Juanjo Benítez, de JJ Benítez, que me cambió la... me voló la cabeza. Es un viaje quimérico, utópico y tal, y luego un viaje mucho más tangible, que gracias a mi mujer, ella ya había estado en Tierra Santa, me llevó, siempre había querido ir, pero no sé por qué, no podría explicarte ningún motivo, ni... Yo tampoco fui con nadie, ni tal. No había ido y cuando fui, bueno, superó todas mis expectativas, ella conociéndome como conoce, me dijo... Es que te va a cambiar la vida, y me cambió la vida. No solo desde el punto de vista religioso, sino la amalgama y el crisol de historia, de cultura, todo lo que se crea allí, es pura magia, es pura magia. Y afortunadamente, y por eso nace la necesidad de contar esta historia, pero también nace de perder el miedo a contar esta historia. En los últimos años, tanto desde el punto de vista laboral como desde el punto de vista sentimental, han dicho de todo. De mí, de nosotros y tal. Entonces, creo que esta novela nace de perder el miedo a ser uno mismo, y a decir lo que le apetece decir, sin miedo al que dirán, porque al final no es lo mismo hablar de Leonardo, que ya he tenido premios y cicatrices a partes iguales, que hablar de Jesús de Nazaret, ¿no? Entonces digo, pero voy a perder el miedo, ¿por qué tengo que tener miedo de poder meterme por el que dirán? Bueno, pues que digan. - Sí, porque es una novela histórica en la que has estudiado muchísimo, te has preparado muchísimo, los personajes pueden ser, algunas historias podrían ser reales, podrían haber pasado, ¿no? - Bueno, de hecho pasan, porque al final el camino del héroe o la heroína del protagonista, al final puede ser cualquiera de nosotros en el momento en el que tenemos fe o creemos algo, pero no fe religiosa, que también, lógicamente, Jesús de Nazaret es el secundario de lujo de toda esta novela, ¿no? Pero cuando tienes fe en algo, una creencia en algo, todos esos cimientos caen, pierdes la fe por el motivo que sea, ya sea en tu Dios el que sea, en el amor, en el trabajo, en ti mismo, que de repente te asaltan los fantasmas. Seré capaz de volver a hacer lo que hacía, o de esta manera, o de otra manera, porque dicen, porque hablan, tal. Y luego que surja la oportunidad de volver a recuperarla y tomar la decisión correcta con respecto al propósito de tu vida, si es que lo tienes. Y si no lo tienes, ¿por qué no has buscado tu propósito? Porque no hay nada que te llene, ¿no? Entonces, digamos, esa es la línea general de la novela que yo ambiento en el siglo I. Bueno, un poco atrevido por mi parte, pero es que me apetecía mucho hacerlo, y más después del viaje de Tierra Santa. - El hilo conductor es Jacob, ¿no? Es el que le ha perdido la fe, el que necesita respuestas. - Necesita respuestas porque son dos líneas argumentales, año 30, año 70, y es un niño que conoce a Jesús de Nazaret y es el chico de los prodigios, y que sufre y vive en primera persona la resurrección. Pero, claro, llega un momento en el que las dudas asaltan, pero a todo ese proto cristianismo, el cristianismo naciente, a los apóstoles, a todos los seguidores de Jesús, ¿qué pasa? Ha muerto, resucita, resucita, pero llega la ascensión, se va, ¿y luego qué? O sea, ¿cuándo van a ocurrir las profecias que dijo Jesús que llegaría, no? Entonces empieza la diáspora y es un niño que al final está abandonado. Claro, años después, él es el hijo de uno de los líderes celotes que abogan por la independencia de Israel bajo el yugo romano a través de la violencia, que es todo lo contrario a lo que predicó Jesús. Pero, claro, los celotes están, la opresión romana está, pero los tiempos de los milagros resuenan en la lejanía. Y cuando llega un momento crucial en que tiene que tomar una decisión, ¿qué camino tomas? ¿El de la espada o el de la cruz? Bueno, pues esa es la trama principal en la que cada uno, sea creyente o no, puede encontrar elementos que le vibren y que le resuenen dentro. - Bueno, estábamos diciendo que para esta historia te has tenido que documentar muchísimo, ¿cómo ha sido todo ese proceso? - El proceso, bueno, es que cuando un tema te apasiona, es decir, la documentación como tal, no para novela, pero sí de la época histórica, viene de lejos, desde los 15 años con Juanjo Benítez, con Caballo Troya, me llamó poderosamente la atención la figura de Jesús de Nazaret, más allá de los evangelios, y luego lo típico, siempre hay un momento místico en el que, bueno, pues empiezan a salir apócrifos y cosas, ¿no? Al final, Dan Brown también hizo mucho, en mayor o menor medida, ¿no? Todo este tema de, bueno, todos los misterios que pueden llegar a rodear, que no sabemos nunca si rodearon, porque ya la vida de Jesús en sí es un misterio, pero todas las aproximaciones, ¿no? en 360 grados a la figura histórica de... histórica o religiosa de Jesús. Entonces, bueno, yo ya había leído muchísimo sobre el tema. Es verdad que sobre Jerusalén como tal, ¿no? Y a mí me gusta que las ciudades en mis libros sean personajes vivos, tal, y ese es el mayor problema con el que me encontré, la documentación de Jerusalén, porque al final es una ciudad que ha sido destruida tantas veces, reconstruida tantas veces, que los vestigios de lo que yo quería contar eran muy complicados de de dibujar sobre papel para que la gente entendiera dónde estábamos, dónde no... Hoy en día, tú vas a Jerusalén y donde está el Santo Sepúlcreo es una cantera de piedra donde colgaban a la gente, pero hoy en día forma parte de la ciudad, inexorablemente, además del barrio cristiano, ¿no? Claro, lógicamente. Entonces era muy, muy, muy complicado y luego otra de las complicaciones que encontré es que las otras novelas históricas que he escrito, cogía personajes históricos y los convertía en protagonistas de las novelas. Eran los protagonistas de la acción que yo me inventaba. Yo me inventaba la acción, yo me inventaba una trama, pero el personaje ya estaba inventado y tenía que ser fiel a ese personaje. A mí me decían, oye, ¿por qué Leonardo y Miguel Ángel no coinciden? Porque no estaban allí. Leonardo estaba en Florencia y Miguel Ángel estaba en Roma. Y ya está. Y yo me autoimponía ese rigor, porque es que no estaban. Por lo tanto, digamos, la excelencia reside en intentar buscar con los ingredientes que tienes una historia coherente. Coherente y pertinente. Por lo tanto, si no estaban, no estaban. En este caso es todo lo contrario, porque lo que invento es una trama personal de un personaje ficticio inventado dentro de un episodio histórico real, que bien puede ser el año 30, todo el movimiento, el nacimiento de ese protocristianismo, y en el año 70 la invasión de las legiones romanas de Tito a Jerusalén que destruye prácticamente todo. ¿Cómo ubicar la historia personal dentro de la microhistoria o dentro de la macrohistoria? ¿Ese microuniverso dentro del macrouniverso? Por lo tanto, es un proceso creativo muy chulo, muy diferente, pero al final cuando te apasiona la historia, la historia que quieres contar, cuando ves que es pertinente la historia que estás contando, y sobre todo cuando respetas al lector, barra lectora, ahí ya surge la magia, luego podrá gustar o no. Ninguno tenemos el secreto del bestseller, porque todo esto debería ser lo mismo, ni tampoco la tele, porque todos si fuésemos un 15 empataríamos todo, no sabemos cuál es. Pero bueno, vas con la verdad y con la humildad suficiente para decir, esto es lo que es esto, lo que te voy a contar, y bueno, si consigo emocionarte, pues entonces será mayor premio. Y si no, no te preocupes que lo volveré a intentar en otro periodo histórico. - ¿Y cómo es el proceso de creación? ¿Cómo empiezas a pensar que este va a ser el personaje principal y vas a crear esta historia? Porque tienes muchos datos, muchas cosas que quieres contar, pero ¿cómo lo escribes, cómo lo desarrollas? - Pues mira, es curioso porque he tenido supervisores especialistas de la época, por un lado romanos, por otro lado judíos, barra con todo el tema del hebreo, y por otro lado cristianos, porque la mente de hoy en día no es la mente de aquel entonces. Entonces había cosas que yo a mí me gustaría poner en la trama y me decían, no, porque la mente de esa época no... Por ejemplo, te pongo un ejemplo muy claro que no lo he contado, pero me gusta mucho imaginar que, claro, una de las grandes frases que a mí me gustan de los evangelios es dejar que los niños se acerquen a mí, porque el que no reciba el reino de Dios como niño no... tal, tal, tal, tal, ¿no? Entonces esa, digamos, esa simpatía y ese cariño que tenía Jesús para con los niños y para con las mujeres, por otra parte, ¿no? Me imagino a Jesús sonriendo, cómplice, guiñando un ojo. Y me decían, no, el ojo no se guiñaba. El ojo se los utilizaba en aquella época como una contraseña normalmente militar. Por lo tanto, el gesto de guiñar un ojo no era un gesto de complicidad en aquella época, y mucho menos en aquel territorio. Claro, digo, ostras, entonces Jesús no podría guiñar un ojo, ¿qué haría? Tocarte un hombro, desde sonreírte, si es que la sonrisa... Además me imagino la sonrisa de Jesús súper agradecida. Pues son ese tipo de pequeños detalles que si lo pones no pasa nada. Porque es normal. Oye, de repente en un momento en el que Jesús está contando una parábola entre los apóstoles y mira al niño, le pega un guiño y dices, qué guay. Se ha dado cuenta de que el niño está ahí y le ha hecho un guiñito. Ya, pero es que el guiño no. El guiño era una contraseña, como una mueca jugando al mus, ¿sabes? Ese tipo de cosas. Gente muy versada en todo esto. Cuidado con esto, que esto no lo puedes poner así. O por ejemplo, claro, casi todos son judíos. Por ejemplo, la mezuzá en la puerta, ¿no? Donde está una parte de la Torá, que la gente entra para proteger la casa y toca un poquito, ¿no? Como veneración. Ya claro, pero ¿la mezuzá estaba en este lado de la jamba o estaba en el otro? ¿Estaba en diagonal o estaba...? - Es complejo, ¿eh? - Es muy complejo, pero quiere ser riguroso. - ¿Has llevado a escribirlo? - No, año y medio. Pero año y medio, claro. Año y medio en el que he condensado mucho tiempo porque no he tenido programa de tele. - Ya, pero tenías a la vez un crío pequeñito. - Ah, en el proceso final. En el proceso final, durante todo el primer proceso. Tú ten en cuenta que yo, además, me acuerdo perfectamente porque volví el 9 de mayo del año pasado, volví de Jerusalén, y el 10 de mayo empecé a hacer la escaleta de lo que sería el germen de la novela. Por lo tanto, hasta el 22 de diciembre tuve muchas horas y mucho tiempo. Y es verdad que ayudando a mi chica en el último momento del embarazo, pero que mi chica también es un terremoto, y curró casi casi hasta el final. O sea, que he tenido bastante, bastante tiempo. Y luego, cuando ya nacía el pequeño Luca, cuando se dormía, me decían, tío, aprovecha a dormir cuando tu bebé duerma. Ya, vale, vale, yo aprovechaba para escribir. Yo le dormía, le ponía aquí y escribía. O sea, que también tengo el lujazo y el honor de poder haber escrito parte de la novela con el peque aquí, ¿sabes? - Qué maravilla, ¿no? - Y además dedicarle un libro a mi hijo, eso no tiene precio. - Eso no tiene precio, de verdad que sí. Además, has hecho... Dicen, te falta plantar el árbol, ¿no? - Eso ya estaba plantado, así que... Me faltaba Luca, ese era el propósito de mi vida. Este tema es en exclusiva
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